El estallido del 15M me pilló en Italia. Por aquel entonces ya vivía en Zaragoza, pero por cuestiones de trabajo en aquel mes de Mayo estaba en Italia. A la vuelta me encontré con un ambiente cambiado por completo. No solo había caras nuevas atravesando los ambientes militantes – algunas de ellas ahora las llamo hermanos o hermanas -, sino que todo pulsaba a un ritmo distinto, alegre y potente. Cualquier lugar y cualquier momento, en la barra de un bar como en un parque, era un buen momento y un buen lugar para conspirar.

Vinieron las mareas y manifestaciones masivas que además de defender lo publico, reclamaban el derecho a la ciudad. La apuesta municipalista tomaba forma en unas cuantas cabezas como plataforma para recoger esta potencia y lanzarla al asalto.
La democracia empieza por lo cercano. Con este lema como guía nos juntamos unas pocas para dar forma a una propuesta municipalista de radicalización democrática. Recuerdo una asamblea de febrero del 2014 que nos dio la posibilidad de compartir nuestras ideas con otras personas que tanto en Zaragoza como en otras ciudades del estado se estaban planteando el municipalismo como herramienta para traducir la propuesta política surgida de aquel ciclo de lucha.

Vino el verano que nos trajo la confluencia con otras personas y otras tradiciones políticas.
A partir de entonces el tiempo se acelera. El desborde ciudadano toma la forma de asambleas masivas que se ponen como objetivo devolver el gobierno de la ciudad a su gente. Ganar el ayuntamiento empieza a ser un horizonte posible. Fue un torbellino de grupos de trabajos, sesiones de debates y decisiones tomadas colectivamente que moldearon la maquina Zaragoza en Común.
Vino Mayo otra vez y nos encontramos con que habíamos ganado las elecciones. Zaragoza en Común tiene el gobierno de la ciudad de Zaragoza.
Estos meses de gobierno – casi un año ya – han sido meses de altos y bajos. De logros para la gente y de bloqueos.
Nos hemos encontrado con la confirmación de algo que ya sabíamos: las instituciones no están diseñada para ser herramientas de cambio. No son maquinas a las que basta con cambiar el conductor para que vayan para otro lado. Lo sabíamos, pero estos meses nos han servido también para conocer mejor los engranajes de estas maquinas, empezar a conocer donde hay que actuar para ir desmontando el piloto automático.
El estar en el gobierno también ha supuesto un choque en el funcionamiento de la maquina Zaragoza en Común poniéndonos delante del problema de la relación entre instituciones de gobierno y movimientos.
Zaragoza en Común la construimos como una herramienta para superar la dicotomía entre movimientos y partido, remezclando los elementos positivos de una y otra tradición.
Es el momento de volver a las hipótesis que nos llevaron a plantear la apuesta municipalista y profundizar en el diseño de una organización que sea una herramienta en las manos de la gente para alcanzar el gobierno de la ciudad.
En el grupo de relaciones políticas aprendí a mediar con otras maneras de entender la practica política, sobre todo con los partidos: estas instituciones que siempre había visto como algo lejano y encerrado en sí mismo.
Me presento a la Coordinadora de Zaragoza en Común para seguir aportando en esta dirección, para poner a disposición del común lo que he aprendido en todo este recorrido.

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