La concejala de Educación e Inclusión, Arantza Gracia, ha presentado el I Estudio sobre la organización social de los cuidados en el municipio de Zaragoza, que supone el inicio del proceso participativo de elaboración del Plan de Igualdad.

Este estudio se ha elaborado para conocer diferentes componentes cuantitativos y cualitativos que permitan planificar actuaciones políticas orientadas a cumplir los siguientes objetivos: integrar el cuidado en el discurso público, visibilizar su importancia y transformar su actual organización social hacia un modelo más equitativo.

“Pero no solo queríamos saber datos”, ha explicado la concejala, “sino sobre todo como se entienden los conceptos, que discursos se encuentran en la base de la desigualdad para revertirlos. Queremos aumentar en Zaragoza la igualdad entre los géneros, trabajar para incidir en los fundamentos que propiciaran la transformación de nuestra sociedad, en una sociedad que responda a las necesidades de las personas pero no a costa del trabajo invisible de un género”. “Por eso”, ha destacado Gracia “queremos y estamos trabajando en un Plan de Igualdad para la Ciudad y por eso uno de los ejes de ese plan es los cuidados y la corresponsabilidad”.

El estudio revela que en Zaragoza sigue presente un modelo clásico de reparto de tareas, en que hombres y mujeres asumen como natural la división sexual del trabajo.

Otros de los datos más destacados del informe los encontramos en la relación entre los usos del tiempo: las mujeres de Zaragoza trabajan en torno a un 40% más que los hombres en los trabajos domésticos; el acceso a tiempo propio, los hombres disfrutan de más tiempo para ellos mismos, que las mujeres; sin embargo, queda patente la valoración social de satisfacción con respecto al reparto de tareas, más de un 40% de la población encuestada está contenta con el reparto de las tareas.
Aunque no hay equidad, no hay en Zaragoza un reconocimiento del conflicto en el reparto de las tareas de cuidado. En las mujeres se mantiene su foco de atencion en la esfera privada y muestran sobrecarga pero también culpabilidad frente al cuidado lo que refuerza que lo asuman de manera prioritaria. En cuanto a los hombres que sí saben definir corresponsabilidad, no incorporan su puesta en practica y justifican la división sexual del trabajo.

El informe pone de manifiesto que los cuidados, aquellos trabajos que hacen posible el mantenimiento de la vida y de las personas, han estado históricamente asignados a las mujeres, relegados al ámbito de lo privado-doméstico, invisibilizados y escasa o nulamente valorados. Uno de los motivos que explican la falta de reconocimiento y valoración de las tareas de cuidados es que, a lo largo de la historia, se han realizado por las mujeres de manera fundamentalmente gratuita.

Necesidades de cuidados

En prácticamente todos los hogares encuestados (99,1%), se señala la necesidad del cuidado del propio hogar. En segundo lugar, y a mucha distancia, se ubican aquellas casas en las que existe cuidado de niños y niñas (14,5%). Los cuidados de gente mayor se localizan en el 11,1% de los hogares, y los realizados a personas con diversidad funcional, en el 4%.
Los hogares que deben atender a personas con discapacidad son los que proporcionalmente requieren de una mayor inversión de tiempo (un 75% señala que más de 30 horas semanales). También dedican más de 30 horas semanales al cuidado de personas mayores el 62% de los hogares con mayores, y el 49% de los hogares con niños y niñas.
De los resultados de la encuesta se desprende la dificultad de identificar un perfil de persona vulnerable en la cuestión de los cuidados, aunque destacan las madres solas, las mujeres adultas que se ocupan de sus padres y las familias con miembros con diversidad funcional.

Estrategias de conciliación

El estudio pone en evidencia que el soporte que las instituciones han dado a través de los servicios públicos para el sostenimiento de la vida en sus diferentes facetas, ha ido cubriendo necesidades de cuidados que anteriormente eran suplidas por el entorno familiar más próximo. Estas necesidades eran asumidas fundamentalmente por las mujeres, quienes han soportado el peso de los trabajos de cuidados de las personas mayores, de la descendencia y de las personas con diversidad funcional, tareas que se sumaban al trabajo doméstico. En este sentido, el contexto de crisis económica y recorte de los servicios públicos, que en buena parte ayudaban a suplir estas necesidades de cuidados, origina una situación de desamparo que las nuevas formas de relación social se ven incapaces de suplir. Esto obliga a repensar la forma en que se han abordado los cuidados durante las décadas de “prosperidad económica”.

El estudio contempla diferentes estrategias de conciliación que se han ido creando en la ciudad a través de redes familiares o informales:

  • Los cuidados compartidos (entre hermanas, con una persona ajena a la familia, etc.) es una de las estrategias más señaladas y mejor valoradas.
  • Instalarse en casa del familiar cuidado
  • No tener familia propia
  • Reducción de la jornada laboral
  • Familia extensa y elegida
  • Abuelas y abuelos como apoyo fundamental en la crianza

Percepción de necesidades, dificultades y obstáculos para atender los cuidados

En la esfera privada son las mujeres las que asumen las principales tareas del hogar con una diferencia amplia del 44%. Aun así, hay conciencia de que las mujeres ya exigen corresponsabilidad en el cuidado.
En la esfera pública, la crisis económica se identifica como factor de dificultad frente a los cuidados. Las mujeres manifiestan su dificultad en encontrar trabajos que les permitan responder a los horarios de cuidado de sus hijas e hijos. En este sentido se evidencian demandas hacia las instituciones públicas pero no tanto hacia las empresas para que éstas flexibilicen sus horarios para facilitar la conciliación.
La mitad de mujeres y de hombres opina que no existe ninguna dificultad para poder conciliar la vida laboral y familiar.
En la espera personal, en las mujeres, la noción de autocuidado (responsabilidad ante los propios cuidados) está prácticamente ausente del discurso. En cambio, en el grupo de hombres está presente la idea de cuidarse a uno mismo a través de actividades y ocio propio, al tiempo que existe una cierta animadversión a que otras personas les cuiden.

Usos del tiempo

Las mujeres destinan, en mayor medida que los hombres, tiempo al trabajo no remunerado en el hogar. Los hombres dedican un 11,5% más al ocio, en horas semanales. Las mujeres son las que desempeñan en mayor medida el trabajo no remunerado en el hogar, con diferencias de hasta el 26%.
Alrededor de un 30% de las mujeres entrevistadas se enfrentan cotidianamente a una doble jornada laboral que compaginan con su tiempo de ocio. Se observa que los otros componentes del hogar no conocen muy bien la organización de los tiempos de las personas que asumen la mayor carga de trabajo (que son mayoritariamente mujeres).

Grado de satisfacción con el reparto de la carga

En torno a un 40% de las encuestadas sí que concibe un margen de mejora en términos de posibilidades de conciliación de la vida personal, laboral y familiar.
Son las mujeres las que en un 8,9% más que los hombres consideran que requieren de algo o de mucha ayuda para conciliar. Los malestares en el caso de los cuidados ejercidos por mujeres están marcados por la falta de reconocimiento y de orientación por parte de las personas cuidadas.
Zaragoza como ciudad cuidadora: análisis de líneas estratégicas
En Zaragoza se observa un peso muy fuerte del modelo clásico, en el que ae asume que la responsabilidad principal del cuidado de la familia es de las mujeres. Esto explica que la diferencia en los usos del tiempo no vaya aparejada con un malestar social sino con la sensación de que el trabajo de cuidados está “bien repartido”. Para cambiar de este modelo clásico a uno más corresponsable es necesario producir cierto “malestar” ante conductas que antes se veían como normales. Por ejemplo, el hecho de que las mujeres dediquen mas horas al trabajo doméstico y tengan menos tiempo propio.
El diseño de las ciudades ayuda a cooperar y a compartir. Es por lo tanto importante tener en cuenta la creación de espacios públicos de ocio y cuidado en distintos ámbitos. En las empresas, necesidad de acercar los horarios laborales a los de los recursos que atienden los cuidados. También es necesario implantar debidamente y cumplir el derecho a baja paterna. El tercer sector juega o puede jugar un papel muy importante en la prestación de servicios de ayuda a domicilio. Igualmente es necesario contar con recursos públicos y de calidad.

 

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