Las violencias machistas son una transgresión de los Derechos Humanos y para erradicarlas, necesitamos trabajar en las causas.

En la base del iceberg que sostiene a estas agresiones está el desigual acceso al poder entre ambos sexos. Esta discriminación se traduce de múltiples maneras en todos los ámbitos de la vida: el reparto de roles, la división sexual del trabajo, etc.; colocando a las mujeres en una situación de subordinación con respecto a los hombres. La violencia machista es una forma de intentar mantener ese control.

Para trabajar en la eliminación de estas diferenciaciones, necesitamos incluir la perspectiva de género en nuestra cotidianidad. Las actitudes machistas se encuentran tan interiorizadas en la sociedad que muchas veces no somos conscientes de cómo las hemos normalizado. Convirtiendo lo masculino en lo general hacemos invisible la realidad y las necesidades del resto. El desarrollo del trabajo de la Oficina de Transversalización pretende ser una herramienta útil para detectar estas disfunciones en nuestras políticas públicas, lo que ayudará a plantear medidas para corregirlas.

Por otro lado, necesitamos conocer circunstancias de desigualdades especificas; para dar respuesta a estas situaciones, estamos redactando un Plan de Igualdad para Zaragoza en el que trabajamos sobre varias líneas de actuación. Por ejemplo: si hablamos de reparto de las tareas de cuidados, asumimos como natural el reparto de roles; lo que se traduce en una influencia directa en la precarización del empleo de las mujeres. También abordamos otros aspectos de las violencias machistas: El uso de lenguaje sexista que menosprecia y lleva a la invisibilidad; las agresiones sexistas, que parten de la premisa de ver a la otra persona como objeto y no como sujeto. Además, debemos incidir en el ejercicio de otras formas de liderazgo y participación que no pasen por modelos masculinizados; así como en el empoderamiento de la mujer, con especial incidencia en la emancipación económica y habitacional.

Debemos tener presente, también, esas discriminaciones que requieren respuestas más concretas y que aumentan la exclusión por: género, clase, etnia, edad, orientación sexual, etc.

En nuestra sociedad la figura privilegiada es el BBVAH (burgués, blanco, varón, adulto y heterosexual) por lo que cualquiera que no esté en este grupo se encuentra en situación de inferioridad y vulnerabilidad. Así que, para desarrollar todo esta labor necesitamos buscar aliadas-os. Hombres igualitarios y colectivos LGTBIQ son agentes fundamentales incluidos en el Plan de igualdad.

Las violencias machistas no pueden ser concebidas como un problema individual, ni interno, ni familiar, ni doméstico. Es un problema de Estado al que debemos responder de forma colectiva.

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