Artículo de Guillermo Lázaro, coordinador del Grupo Municipal de Zaragoza en Común. Publicado el 5 de diciembre de 2016 en El Periódico de Aragón.

En el último Debate del Estado de la Ciudad, el alcalde Pedro Santisteve explicaba la gran apuesta del gobierno municipal: el empleo. Un empleo generado a través de las oportunidades económicas que supone el modelo de ciudad próximo y sostenible que promueve Zaragoza en Común y que viene a modificar el modelo productivo basado en el ladrillo y la expansión de la ciudad que terminó trayendo la crisis económica.

Desde el modelo de ciudad se pueden dar las condiciones para generar un tipo u otro de empleo. Nunca hubo tanta inversión en obra pública en Zaragoza como para la Expo 2008 y nunca se destruyó tanto empleo y tan rápido como en los años siguientes. Esto nos lleva a afirmar que la inversión pública, por sí misma, no es generadora de empleo, sino que lo hará en función de dónde se lleve a cabo. Y el ladrillo no es uno de esos sitios. De la misma manera, favorecer una ciudad expansiva donde las grandes superficies comerciales se van al extrarradio, aparte de generar mayor contaminación, termina destruyendo empleo neto: por cada puesto de trabajo creado en Puerto Venecia se destruyeron 2 en el sector del comercio de la ciudad, eso, sin entrar en las condiciones laborales, mucho más precarias en las grandes superficies. aparte del empleo indirecto que se destruye en el sector productivo aragonés ya que las grandes cadenas que se instalan en este tipo de centros traen sus productos desde terceros países.

La ciudad cercana se construye actuando en la ciudad consolidada mediante la rehabilitación, la intervención en la escena urbana y la ayuda al comercio de proximidad. En la campaña de 2015 presentamos un plan de rehabilitación de vivienda cuantificado en 8 millones de euros de inversión pública a lo largo de la legislatura con el objetivo de movilizar otros 20 provenientes de las familias. De esa manera, generamos un impacto multiplicador en el empleo y en aquellos sectores, los gremios (fontanería, albañilería, electricidad, madera…) que más valor añadido aportan. Pues bien, si en 2016 dedicamos a ello 1,8 millones, para este 2017 la propuesta de Zaragoza en Común es destinar 3, cifra que está ya por encima de la promesa electoral y que permitirá beneficiarse a más de 200 viviendas y generar o consolidar numerosos puestos de trabajo en la construcción.

La remodelación y el mantenimiento de la escena urbana a través de lo que hemos denominado el urbanismo de las cosas sencillas es la forma de construir la ciudad pensando en el día a día de los vecinos y vecinas: rebaje de bordillos, arreglo de baldosas, actualización del mobiliario urbano, actuaciones en zonas verdes, limpieza… Así, se acaban de crear 20 empleos ampliando la contrata de limpieza a los Barrios del Sur, está licitándose la “operación baldosa” que significará la creación de unos 120 puestos de trabajo para personas con grandes dificultades de empleabilidad o se propone una inversión en los barrios de más de 19 millones de euros, incluidos 5 en presupuestos participativos, con efectos tanto en el empleo como, especialmente en la vida cotidiana de zaragozanos y zaragozanas.

El tercer elemento de esa ciudad cercana que sirve para generar ciudad y empleo es el comercio de proximidad. La defensa por parte de Zaragoza en Común es rotunda tal y cómo se vio en la oposición a la apertura de nuevas grandes superficies. En positivo, doblamos la partida de apoyo a comerciantes, y en breves fechas se lanza el plan de apoyo al comercio de proximidad que servirá de paraguas para muchas acciones que se vienen realizando como el recién estrenado buscador de comercios en la web municipal.

Estratégicamente, la sostenibilidad es el elemento que a medio largo plazo más empleo puede generar, entendiendo la generación de energía renovable como una gran oportunidad económica para Zaragoza y para todo Aragón.

En 2015, en Aragón se consumieron 3’6 millones CEPs de energía, 1’2 millones en productos derivados del petróleo básicamente para la automoción. De toda esa energía, poco más de 1 millón procede de energías renovables, siendo, junto al carbón, las únicas energías que no tenemos que exportar lo que nos hace dependientes del petroleo y del gas natural para calentarnos, para movernos, para hacer funcionar la industria… es decir, dependemos de países extranjeros y de los mercados para desarrollar nuestra forma de vida.

Frente al oligopolio y la decadencia del modelo energético mundial, generar en Aragón nuestra propia energía limpia es una obligación económica si queremos ser soberanos y romper con esa dependencia (que además es altamente contaminante). Ya hemos empezado a trabajar en tener mayor soberanía energética, mediante medidas de ahorro energético o el nuevo contrato de suministro a base de energía renovable que suponen un ahorro de 3 millones de euros anuales y dentro de 2 años compraremos la energía directamente en la subasta, ahorrando otro millón más.

Para atraer inversión y empleo en el sector energético de las renovables debemos favorecer que aumente la demanda y las necesidades de energía eléctrica, siendo la movilidad lo apropiado porque la tecnología ya está madura. Una progresiva renovación de la flota de vehículos de gasolina por eléctricos debería generar esa demanda suficiente para que sea atractivo invertir en el sector. Aproximadamente gastamos fuera de Aragón más de 420 millones en productos petrolíferos, dinero que, tras un adecuado plan de transición a la movilidad eléctrica, podría pasar a consumirse aquí en un periodo de 15-20 años.

De ahí, la propuesta de poner en marcha un plan de promoción de la movilidad eléctrica que comience a hablar, a su vez ,de los vehículos sin conductor y las consecuencias que tendrá para el empleo, como la siguiente gran revolución tecnológica que se nos va a echar encima si no comenzamos a planificarla.

Por último, la recogida selectiva de basura orgánica, cuyo programa piloto comenzará este 2017, no sólo reducirá la cantidad de residuos que llegan al vertedero, entre el 50% y el 80%, con la consiguiente reducción de emisiones, sino que favorece la aparición de una industria de reciclaje, recuperación y reutilización, pudiendo, además, reutilizarse esa materia orgánica para producir cerca del 10% del total de la energía que se consume en la ciudad.

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