Durante las últimas semanas venimos asistiendo con vergüenza a la situación de las más de 500 personas refugiadas e inmigrantes, muchas de ellas menores, que se encuentran en los barcos de Open Arms y de Médicos Sin Fronteras.


Aunque la situación es especialmente grave, lamentablemente no es nueva.
ACNUR y otras organizaciones cifran en 14.000 el número de personas que
han muerto en los últimos años en el Mediterráneo intentando alcanzar
las costas europeas huyendo de la guerra, el hambre, la tortura, la violencia
sexual, la represión…


Mientras tanto Europa, lejos de ofrecer una respuesta, muestra el fracaso de sus políticas migratorias y de un sistema de asilo roto, instalándose entre la inoperancia, la externalización a otros países de estas políticas y la asunción como normales de las políticas de bloqueo y represión de varios de sus estados miembros en el Mediterráneo central.


Ante esta situación ha tenido que ser la ciudadanía organizada, las ONGs y
algunas ciudades como Palma, Valencia, Mahón, Barcelona o Cádiz… las que
han decidido dar un paso al frente para intentar dar una respuesta a esta crisis humanitaria.

Hace cuatro años el Ayuntamiento de Zaragoza demostró estar a la altura de la situación al adherirse por unanimidad a la Red Estatal de Ciudades Refugio y desarrollar programas específicos de cooperación, apoyo a la migración y el asilo, otorgando a Proactiva Open Arms en mayo de 2018 el reconocimiento de la Estrella de Europa por rescatar del mar a los refugiados que llegan a Europa huyendo de conflictos bélicos, persecución o pobreza.

Los grupos municipales de Zaragoza en Común y Podemos-Equo pedimos que el ayuntamiento de nuestra ciudad gobernado por Partido Popular y Ciudadanos, vuelva a estar a la altura y se ofrezca para colaborar en la acogida de estas personas, a la vez que exigimos al gobierno central y la Unión Europea que asuman su responsabilidad y desarrollen una política humanitaria y de migración que ponga a las personas en el centro.

Porque migrar es un derecho y salvar vidas no es un delito, sino la más noble y digna tarea de los seres humanos. Que el mar Mediterráneo vuelva a ser un lugar de encuentro en lugar del corredor migratorio más mortífero del mundo.

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