
La banda creció en un momento en el que los gaiteros se contaban con los dedos de una mano, se convirtió en el primer grupo fuera del folk que grabó temas en aragonés, en los años de los movimientos en defensa de la lengua propia, un grupo comprometido con la cultura aragonesa. Sus letras hablaban de objetores, de magras y vino, de fiestas mayores, de curas guerrilleros, de un Aragón soñado… Y bolo a bolo se fueron colando en todas las fiestas de todos los pueblos, en todas las casas, bares y peñas; formando parte de un selecto grupo de bandas aragonesas. Y así, con el fin de siglo, llegó el fin de un ciclo también para la banda. Siempre pensaron que pudo durar más, pero nunca pensaron que iba a durar tanto. Dos décadas de retirada, dedicados cada uno a lo suyo, a la crianza, el descanso, al trabajo, que reposaron en un legado que Aragón recordará siempre, formado por todas las personas que lo hicieron navegar.
El pasado 1 de septiembre recogieron su galardón en los Premios de la Música Aragonesa en la categoría de “Compromiso Social” y ahora preparan la que será, ahora sí que sí, su última cita. Será por todo lo alto, en plenas fiestas del Pilar, el viernes 7 de octubre en la Sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza.