Zaragoza en Común es algo más que una opción electoral, es un movimiento político y social, con una pata en las instituciones y otra en la calle. Zaragoza en Común es un síntoma, una consecuencia de que el modelo político de representación está cambiando, es la viva representación del mito de la caverna de Platón, ese que es incomprendido yrechazado por los que siguen dentro de ella, aunque esté adornada con vidrieras.

Nuestro modelo se identifica con la izquierda de manera clara y nuestro análisis con el materialismo dialéctico. Es decir, con la explicación de que las fuerzas económicas operan y determinan las decisiones políticas y no al revés, algo muy evidente en la ciudad de Zaragoza. Además de este método, asumimos las propuestas tradicionales de la izquierda en su idea de ciudad (la ordenación urbanística, evitar la especulación, democratizar el espacio público, priorizar las políticas sociales, preocuparnos por la sostenibilidad).

Nuestro modelo también simboliza un cambio profundo en las formas, en los mecanismos de toma de decisiones, en la manera de representar a la ciudadanía, en el lenguaje y en los cuidados. El cambio sustancial que se ha dado en el Ayuntamiento tiene que ver con los concejales que ostentan su representación en el Gobierno.

Además del cambio formal ¿Cómo interactúa el Gobierno de Zaragoza en Común en la situación actual de la Ciudad?
Con política social, defendiendo lo público y con reactivación económica. Hemos hecho mucho más, con mucho menos. Así podemos ver como una suma de acciones pequeñas está empezando a cambiar Zaragoza.

A la vez, hemos tenido que sortear las acusaciones de parte de la oposición, capitaneados por los que nunca han gestionado (los señores del PP), de parálisis de la ciudad…

También hemos cometido errores, como todos los gobiernos. Quizá el principal error ha sido el de no medir las fuerzas y pensar que solamente con las convicciones se podían cambiar inercias asentadas. Se nos ha acusado de actuar ideológicamente o querer cumplir nuestro programa electoral y eso no es un crítica sino un orgullo y algo que nos hace diferentes, sin embargo, nuestra falta de acierto ha sido con los tiempos, querer ponerlo en práctica demasiado rápido. También hemos pecado de subestimar al adversario y no lo digo por los partidos políticos aquí representados, sino más bien por las oligarquías locales y su capacidad para cambiar voluntades.

Frente a esto creo que ha habido aciertos. El poner el foco en las cosas importantes: en las políticas sociales, en la vivienda, el no ahondar en los errores del pasado, parar la expansión urbanística, el no someter los intereses públicos al interés privado, el intentar ampliar la gestión de servicios públicos. Pero sobre todo, el ejercer el poder de manera diferente.

Hemos sido coherentes con el mensaje político, no mimetizándonos con el status quo sino intentando cambiarlo. Hemos sido cargos públicos que han actuado como gente normal, sencilla y cercana, con coherencia de nuestros mensajes y nuestra vidas. Llevamos puestas las gafas de la gente asumiendo sus aspiraciones e intereses de todos los días.

En realidad nuestra propuesta más importante es el cambio y la rebeldía ante la injusticia, ante lo que nos hace daño a las personas. Porque nunca como ahora se le había plantado cara a los que nos quieren mandar, nunca tanta gente había gobernado un Ayuntamiento.

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